Pas question!

I remember sweetly those last days. We would hang out with all kind of people, drinking wine in every corner and waking up with that sweet taste in the mouth of having enjoyed freely another simple day.

"Pareces un lobo", dijo Cris con esa sonrisa que siempre tenía en la cara. "No sé, desde acá, tu cara parece la de un lobo. Debe ser la luz o simplemente que hoy tienes la cara como un lobo".

Siempre me pareció increíble esa capacidad de acercarse a todo sin la mayor intención de juzgar. "Cris, es de las personas más auténticas que he conocido en mi vida", dijo la "Gran Clu" haciendo uno de sus ademanes "Trademark". Y viniendo de ella, otro ser humano de verdad, se convertía esa afirmación en verdad absoluta.

Una noche, mientras estaba como de costumbre en mi cuarto viendo la caja tonta, llegó desde afuera un grito con la forma de mi nombre en una entonación y con defecto de dicción tan reconocible y grato que no tuve más opción que la de salir disparado fuera de la cama. Cris me llamaba, yo asomaba mi cabeza y nuevamente esa sonrisa contagiosa, genuina y semi-deforme. No importa que yo supiera que él iba a llegar a mi casa, él siempre llamaba primero desde abajo, a veces en tono burlón, a veces simplemente quería confirmar que era bienvenido.
Ya era común escuchar su grito "Jules!", venir desde la calle, a ciertas horas del día. Lo más probable es que fuera para ir a algún lado de la ciudad que yo no conocía y que él sabía muy bien no iba a declinar su invitación a acompañarlo aunque me estuviera muriendo del miedo de no saber a dónde iba y más que a donde íbamos no aparecía en el mapa de muchos de mis amigos. Sólo él sabía esas extrañas combianciones de palabras que lograban que el señor del bus nos dejara montar a dos por uno, o incluso, algunas veces, gratis. Sólo él conocía esas calles entre calles que llevaban a lugares perdidos entre lugares por los que yo había pasado por el frente tantas veces sin notarlos.

Fue por él que conocí q esa bailarina de muñecas heridas, por donde alguna vez ella misma se procuró una fuente de sangre. Pero esa es otra historia.

Este mismo Cris que se fumaba la vida y que partía del centro de la ciudad a su casa, al otro lado del mapa, en plena madrugada sin miedo a nada, es el mismo que una vez, en el día del cumpleaños de una vieja que estudiaba en el curso de al lado y que le gustaba mucho, averiguó su dirección y llegó, esperando dar una gran sorpresa, con un postre gigante en sus brazos. El mismo postre que dejó en la portería del edifício cuando al llegar cerca a la puerta del apartamento de su traga no encontró el coraje que creía tener para entrar en medio de una fiesta invadida por niñas ruidosas y buscar entre tanto desorden a la que él quería. Simplemente se lo dejó encargado al portero y se fue. Y como se le olvidó darle su nombre al portero -y este nunca le preguntó creyendo que era de algun delivery- ella nunca supo quién había llevado semejante postre tan grande y sin tarjeta. Postre que regalaron por temor a que tuviera algo malo, por aquello que "uno nunca sabe".

Se torturó varios días pensando en su cobardía pero por lo menos no decidió callarlo y dejarlo para sí. Me lo recordaba cada día para que compartiera su tragedia amorosa. Así, se sentaba junto a mí en clase, mientras trataba de pronunciar las guturales y las nasales infructuosamente -producto de sus dientes informes-, recordándome por qué era imposible que le gustara a esa vieja y, entre otros, por qué no aprovechaba a Villa, la niña gordita que me buscaba en todas las pausas para tomar café e invitarme a cine. Con esa gordita Villa perdí mi edición de lujo del extranjero de A. Camus, pero con Cris ella perdió su versión de lujo de Rayuela, de Cortazar. Eso se llama karma inmediato! Y él lo sabía, pues nunca terminó un parrafo de aquel libro.

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por A.M. BRIGANTI

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