Specimen

Sentado en el café espero la llegada de Adam. Leo el diario y salto de un titular a otro en la sección de política. Mi gusto por asuntos políticos se resume a la teoría y cuando leo los diarios o veo las noticias en la tele, lo hago de la misma forma como si estuviera leyendo ficción –es algo que no puedo evitar.

Enciendo un pucho. Hace más de 6 meses que vengo bajándole al fumar. A Ana no le gusta verme fumar. Ella sólo fuma cuando yo lo hago y por eso me culpa.

Ya eliminé los puchos al pedo, esos que no se disfrutan, que se fuman por tener algo entre los dedos o en la boca.

Miro a una de las mesas del café y veo a una pareja que parece estar estudiando. La chica subraya líneas de sus apuntes con un resaltador. Su pucho light descansa en el borde del cenicero. El chico, está leyendo un libro que sostiene con una mano frente a su cara mientras con la otra sostiene un pucho que está a punto de acabarse. Él frunce el ceño.

Hay algo especial en los fumadores. "Por experiencia, puedo decir que en cualquier reunión suelen ser las personas más interesantes sentadas en la mesa." Eso lo dijo alguna actriz, en algún momento y tenía razón. Capaz es algo relacionado a la naturaleza de las fijaciones orales.

Tengo mi cuaderno de bocetos sobre la mesa. Miro de un lado a otro. En mi bolsillo está su número de teléfono y me pregunto por enésima vez en el día si ya es hora de llamar.

Ben dice: me gusta la palabra dubitable.

Miro a un lado y me sorprende mi propio reflejo en las ventanas del lugar. Es siempre interesante verse sorprendido por la propia imagen. Esa fracción de segundo que tu cerebro tarda en reconocer que a quien estás viendo es a vos mismo en un espejo. Es una mezcla entre asombro y terror.

Cómo será si algún día nos encontrásemos de frente, en la calle, con nuestro doppelgänger.

Una vez el corazón se calma reparo en mis facciones, en los detalles que he acomodado día a día desde que me despierto hasta que vuelvo a dormir. Esos que construyen mis ficciones y que se entrelazan; esos que son indicios de la vida misma.

En un café cerca a la facultad, Ana está sentada con el celular en la mano y la mirada perdida y concentrada en todo al mismo tiempo.

por A.M. BRIGANTI

brigam@gmail.com