Blanc

Últimamente me ha costado trabajo definir bien de qué color son los días. Generalmente cada día trae un color consigo, por ejemplo, los domingos en la mañana son siempre balncos como inertes, como una pared fría de cal; los sábados en la noche son rojos o violeta, pero generalmente rojos, más bien carmesí; los martes son un rojo intenso y los jueves son verdes y los viernes amarillos. Sin embargo, a pesar que cada día ya viene impregnado con un color própio e intransferible es la densidad del día y el humor que se dilata en el aire lo que lo hace un día vivo, muerto, justo, plano, inerte o simplemente mundano. Estos días los colores parecen diáfanos, poco fuertes, débiles como si la fuente de su cromatismo se desvaneciera, como si algo bloqueara la luz. Pero entonces, ¿cuál es esa fuente? pues mis ojos, son la ventana a través de la cual todo cobra vida, y si la vida parece desvanecerse es que en mis ojos algo anda mal. Esta era mi idea. Tal vez los había descuidado. Pero luego recordé esos días en el colegio cuando en clases de arte el profesor nos enseñaba el misterio inherente de la iridisencia. Un círculo dividido en los colores primario era puesto para que girara rápidamente. Lo que vimos todos en ese momento fue como prender una luz en el cerebro, realmente sentí, por primera vez en mucho tiempo, que estaba aprendiendo algo. En el momento que el disco empezó a girar los colores desaparecieron, se perdieron todos en blanco, se mezclaron y se anularon, se unieron y juntos eran un sólo disco blanco, como la luz. Todo esto me lleva a pensar que el que los días estén perdiendo su viva coloración es debido, tal vez, a que sus colores se están mezclando rápidamente frente a mí y mis ojos ya no los pueden captar. Toda va muy rápido, los días se mezclan en uno sólo, mis ojos no pueden suspender su irisación y la incertidumbre lo invade todo.

Weg

La noche en que Alice dejó la ciudad, ella tomó un bus que la llevaría, luego de 24 horas, hasta una pequeña ciudad en la frontera, donde tomaría otro autobús que la dejaría miles de kilómetros hacia el sur. Al momento de cruzar la frontera el bus fue detenido por la policía, quienes subieron y empezaron a pedir los documentos para entrar al inmediato país. Un policía en un uniforme azul oscuro, con barba de varios días y unos cuantos kilos de sobre peso le pidió su visa. "Voy sólo de tránsito" dijo ella con una sonrisa. El policía pareció no importarle y simplemente volvió a preguntarle por su visa, como un disco que se repite en el mismo tono cansado y afanado con el que le pregunta a todos los que llegan a ese punto desde altas horas de la madrugada. Ella buscaba en su maleta con afán cuando su celular empezó a sonar y, de repente, sintió su cabeza a punto de estallar, sus manos empezaron a adormecerse y destellos de luz cegaron sus ojos. Alice se desmalló.

Esa misma noche Andy fue encontrado en su apartamento. De su vientre una herida oblonga había dejado escapar litros de sangre que tiñeron la alfombra con un color purpúreo. Dos horas más tarde Andy fue declarado muerto. Las palabras exactas del médico fueron: "Se rindió". "Andy's not a quitter" dijo Jules, quien fue al hospital apenas lograron contactarlo.

Cuando Alice despertó estaba en un puesto improvisado de salud junto a la frontera. Una enfermera delgada y pálida le suministraba suero en su sangre. Alice tuvo una sensación incómoda en su garganta y en otros orificios de su cuerpo. Aparentemente, la policía al ver que se había desmallado pensó que su colapso era debido a los nervios por llevar drogas con ella, o dentro de ella, y no dudaron en hacer uso de la áspera mano de la ley.
"Estarás bien" dijo la enfermera con voz débil y tímida, en un acento extraño, mientras le sonreía dulcemente.

Jules llamaba a Alice desesperadamente. Alice no contestaba y en su apartamento su compañera no sabía de ella desde el día anterior. Sólo había encontrado una nota diciendo "Me fui y no regresaré pronto. Besos, Al."

Andy baja del bus y al llegar a la siguiente esquina lo recibe el abrazo frío de un hombre vestido de negro que lo había visto venir. Le apretó las costillas y con un brazo aprisionó su cabeza contra su cuello. En un instante le procuró a su brecha helada que fue calentándose a medida que Andy descendía tambaleándose por la calle hasta su apartamento.

Los expertos dicen que Andy tuvo tiempo suficiente para llamar y pedir ayuda, pero por una razón que no entienden él simplemente se tiró en el suelo, encendió un cigarrillo y dejo fluir la sangre profusamente hasta que el dolor y la hemorrágia lo hicieron perder la consciencia.

En ese momento no entendí nada. ¿Habría acaso algo que entender?

The End

"Y me siento en medio de una sala rodeado por mis vicios sonrientes. Todos Uds. están invitados y un humo índigo y violeta me ahoga hasta que el aliento de mis invitados es mi única fuente de aire limpio, de oxígeno verde. Y todos toman una silla, se sientan a mi alrededor y beben y hablan y todo está bien".

por A.M. BRIGANTI

brigam@gmail.com