Ausstoß


"So many fish there in the sea".

En una esquina llena de gente nos detienen tres. Ellas quieren entrar, nosotros también. Se acercan con confianza y preguntan por lo que vamos a hacer. Somos cuatro pero sólo cuentan tres. Ellas no quieren entrar con nosotros. Ellas quieren hacernos entrar "¡Va a estar brutal!". En medio de la gente puedo diferenciar algunos rostros, algunas caras dignas de esperar un rato más. Animales esperando dónde atacar. Animales esperando entrar en el otro animal que los tragará sin masticarlos y los arrojará al frío cuando ya estén adormecidos y antes que los termine de digerir. Entre la gente, las manos, expresiones animadas y sus ojos nos dan la esperanza de algo. "¡Solas! Hay muchas solas". Tenemos que entrar pero nadie pareció acertar en el día. Ninguno esperaba llegar más allá de la puerta, de la parada obligada de la esquina. Cruzamos la calle y segumos sin voltear.


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Ella esperaba en el taxi. En sus ojos no quedaba más. Vestida de negro y el pelo rubio. No era lo mismo pero yo había venido desde las montañas sólo para dar los pasos que faltaban.
Cuando llegamos al bar, mis amigos y una membrana azul oscuro nos recibieron con agrado. Ella quería todo pero no estaba segura que debía esperar. Por eso puso su mano en la mía y esperaba a que la tomara con fuerza. Ella estaba en silencio, trataba de decir algo amable de vez en cuando y se quedaba esperando que llenaran nuevamente la copa y procurarse otro trago. Ellos podían esperar más de lo que veían. Ellos no sabían y yo tampoco.

Todos poco preparados. Todos esperando. En la sala de al lado una cortina de humo se hacía cada vez más densa. "Tú has cambiado. Tú pareces olvidar un poco el pasado y ahora vuelves. Nada ha pasado".

Tú dices que no hay tiempo. Tú callas: No pasará. De haberlo dicho con tiempo no te habría dañado tanto, no habría tratado de undirte conmigo o hacerte daño y arrojar toda mi rabia en tí. "Porque no dices nada". Y grita con la música mientras yo trato de perder sus reclamos. No me importa, no me debería molestar. Ya no estás donde esperaba. Ni tú ni yo. Ya no nos podemos encontrar. Yo lo supe desde antes. Cuando trataba entrar y tú no hacías más que apretar mi mano y hacerme regresar. "Una llamada", y todo murió. Él dice que no hay tiempo. ¿Qué puede quedar?. Yo no conocía nada y por eso esperaba sofocar tanta rabia.

Cuando la banda tocaba y él se quedaba escuchando, él no sabía que cada palabra me alejaba más.
Empecé a buscarlo desde hace mucho tiempo y sin querer pasó cuando menos esperaba. "No puedes decidir cambiar". Tú igual lo has hecho. "No puedes decidir". El cambio llega cuando está preparado para recibirlo, para aceptarlo. Pero es así, sólo cuando llega puedes decidir. Mientras tanto sólo puedes esperar y entender el precio de moverse de lugar, entender que no todos te podrán seguir y que algunos se tendrán que ir.

El tren ya no podía parar. Iba muy rápido. "You were moving too fast". Ella quiere parar pero no hay más. No hay vuelta atrás y ahora ella sigue mezclando el café, y está caliente. Ella mete sus dedos para comprobar lo que ya sabe, tendrá que esperar. Si lo toma se va a quemar. Y en sus labios ya no queda suficiente carne que pueda aguantarlo.

En la estación Jules empezaba a recordar el olor. La ciudad estaba lavada por la lluvia y el frío era intenso. "Me hace daño".

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por A.M. BRIGANTI

brigam@gmail.com