Un par de animales azules con machas violetas cruzaron por los tejados.
Uno se llamaba Hugo y el otro se llamaba Julián.
Nosotros estábamos en esa foto que vi ayer pero esta vez era de noche.
La cineasta y yo veíamos las estrellas.
Una luz como de reflector delataba a las bestias
mitad felino, mitad can.
Nuestras propias quimeras nos hacían la noche interesante.
Ella las perdía de vista y para ubicarse se sentó en mi dedo
entonces la luz temblaba en los tejados de enfrente.
Yo le dije, "¡seguí la luz!"
Ella se puso de pie sonriéndo toda serena,
"la luz hay que vivirla", dijo.
Y yo pienso que esta chica sabe algo más.

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por A.M. BRIGANTI

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