Millán: Eso fue lo que me dijo un psicoanalista una vez. […] que sin darme cuenta, estoy enamorado de mí mismo; que estoy buscándome a mí mismo. Estoy buscando que alguien (es decir, yo) venga y me salve.
Elsa: ¡Pero que te salve de qué?, por dios.
Millán: Pues del aburrimiento… ¿vale? ¿De qué más va a ser?
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